Comentarios Filosóficos

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lunes, 21 de septiembre de 2015

Nietzsche 9 (Mas allá del bien y del mal)

No aspireis nada que sea superior a vuestras fuerzas. Originase una falencia funesta en los que aspiran a algo superior a sus fuerzas.

El sentimiento original y primario del hombre es el miedo; por el miedo se explican todos los pecados y virtudes originales.

Más allá del bien y del mal:

Nuestras mentes rechazan la idea del nacimiento de una cosa que pueden hacer de su contraria, por ejemplo: la verdad del error, la voluntad de lo verdadero, de la voluntad del error; el acto desinteresado del egoísmo o la contemplación pura del sabio, de la codicia tal origen parece imposible: pensar en ello parecería propio de los locos. Las realidades más sublimes deben tener otro origen, que les sea peculiar. No puede ser su madre este mundo efímero, engañoso, ilusorio y miserable, esta enmarañada madeja fusiones, de ciegos frustraciones.

En el seno del ser, en lo que no morirá nunca, en un Dios oculto, en la cosa en sí, es donde debe hallarse su principio, ahí y en ninguna parte más.

Es este el perjuicio característico de los metafísicos de todos los tiempo; este género de estimación se halla en la base de todos sus procedimientos lógicos. A partir de esta creencia se esfuerzan en alcanzar un saber, crean la cosa que, al final, será bautizada pomposamente con el nombre de verdad

La creencia medular de los metafísicos es la creencia en la antinomia de los valores. Sin embargo, hay que dudar, por de pronto, de la existencia de antinomia; después habría que preguntarse si las evaluaciones y las oposiciones de valores usuales a los que los metafísicos han colocado su sello, no son sino evaluaciones superficiales, perspectivas momentáneas, tomadas desde un ángulo determinado.

Cualquiera que sea el valor que concedamos al verdadero, a la veracidad, al desinterés, podría suceder que nos hubiésemos obligados a atribuir a la apariencia, a la voluntad de la ilusión, al egoísmo y a la codicia, un valor superior y más esencial para la vida; se podría llegar a suponer incluso que las cosas buenas tienen un valor por la forma insidiosa en que están enmarañadas, y quizá hasta lleguen a ser idénticas en esencia a las cosas malas que parecen su contrarias.

He terminado por creer que la mayor parte del pensamiento consciente debe incluirse entre las actividades instintivas exceptuar el pensamiento filosófico. He llegado a esta idea después de examinar detenidamente el pensamiento de los filósofos y de leerlos entrelíneas.

La mayor parte del pensamiento consciente de un filósofo está gobernado por sus instintos y forzosamente conducido por vías definidas. Detrás de toda lógica y de la aparente libertad de sus movimientos, hay evaluaciones de valores, o, mejor dicho, exigencias fisiológicas impuestas por la necesidad de mantener un determinado género de vida. De ahí la idea, por ejemplo de que tiene más valor lo determinado que lo indeterminado, la apariencia menos valor que la verdad.

Pensamos que el hecho de que un juicio sea falso no constituye, en nuestra opinión, una objeción con 13 juicio. La cuestión es saber en qué medida este juicio no sirve para conservar la especie, para acelerar, enriquecer y mantener la vida. En principio, nos inclinamos afirmar que los juicios falsos son para nosotros los más indispensables, que el hombre no podría vivir sin las ficciones de la lógica, sin relacionar la realidad con la medida del mundo puramente imaginario y lo incondicionado y lo idéntico, sin falsear constantemente el mundo introduciendo en el el concepto de número. Esto llega hasta un punto en que renunciaron los juicios falsos sería renunciar a la vida, a negarla admitir que lo no verdadero es la condición de la vida, es oponerse audazmente al sentimiento que se tiene habitualmente de los valores. Una filosofía que se permita tal intrepidez se coloca, por el solo hecho, más allá del bien y del mal.




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